martes, 24 de noviembre de 2009

La Granada


LA GRANADA*

Vivía en el corazón
de una vistosa granada,
y estaba feliz, pues era
una comunidad amplia.
Un día escuché decir
a una semilla castaña:

“Algún día seré un árbol
robusto y con fuertes ramas;
en ellas bailará el viento
y cantarán las cigarras”.

Luego, otra semilla habló,
respondiéndole en voz alta:
“Cuando era como tú, joven,
también lo mismo pensaba;
mas ahora que soy vieja,
veo que mis esperanzas
carecían de sustento.
Tus ilusiones son vanas”.

Una tercera apoyó:
“No seamos tan fantasmas;
no veo un porvenir claro”.
Y otra semilla, la cuarta,
dijo: “Pero qué ridículo
sería nuestro mañana,
sin promesa de mejora”
La quinta semilla, sabia,
preguntó: “¿De qué nos sirve
disputar cerca del alba
lo que seremos después,
si quedamos agotadas?”
Y una sexta apostilló:
“Me hago una idea clara
de cómo será el futuro,
pero no tengo palabras”

Hablaron también la séptima,
octava, novena y hasta
la décima... y muchas más.
No entendí lo que opinaban.
Y pensándolo mejor,
decidí darme de baja
e irme a un membrillo, donde
las semillas son escasas
y están todas muy unidas,
pero tienen pocas charlas.

Antonio Pinedo ©
25-11-08


* Este poema está basado en un texto con el mismo nombre del poeta y filósofo libanés Gibran Khalil Gibran

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