EL OJO*
Un buen día dijo el ojo:
“Más allá de nuestro valle
veo un pico envuelto en niebla.
¿No es acaso muy radiante?”
El oído dijo entonces:
“Hablas sólo disparates,
yo no escucho ningún pico.
Tu sentido es poco fiable.”
Luego habló la mano y dijo:
“Yo no alcanzo ni a tocarle.
No hay montaña o pico alguno,
o quizás no sea grande.”
La nariz más tarde expuso:
“Te lo juro por mi padre
no hay tal pico, no lo huelo.
Para dudas no da margen.”
El primero dio la espalda.
Los demás pensaron: ¡diantres!
Qué enfadado veo al ojo;
no tiene ninguna clase.
Antonio Pinedo ©
03-11-08
(*) Este poema está basado en un texto con el mismo nombre del poeta y filósofo libanés Gibran Khalil Gibran
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